La persona portada y la tiranía del periodismo
Le doy muchas vueltas al tema de la relación de las personas excluidas (y sus asociaciones) con los medios de comunicación. Si veis las notas relacionadas abajo, he comentado mucho en la bitácora sobre esto. Desde asuntos como la invisibilidad impuesta desde los medios de comunicación tradicionales hasta actitudes contra la visibilidad que parten desde voluntarios o desde los mismos afectados.
Hoy me da por darle un giro mucho más personal al asunto. Y es que, para que exista esa visibilidad, tienen que existir portavoces. Para que las noticias salgan en los medios, hay personas que voluntariamente vierten casi toda su intimidad en su activismo y se transforman en “persona portada” o “víctima portada”. Los medios recurren a las “personas portada” para tomarles fotos y grabar su voz, transmitir su historia (de mejor o peor manera) y tener un nombre y un apellido en sus textos. Y ellas exponen su ser e identidad a la causa (de mejor o peor manera). Todo por la visibilidad.
¿Seríamos los demás capaces de hacer eso?
Hoy por ejemplo he desayunado con dos hombres transexuales para anotar sus ideas e impresiones para un reportaje de clase. Y me han comentado que anteriormente habían estado en no sé qué programa de televisión y, creo, en la radio también. ¡Como si fueran artistas en su gira!
Uno de ellos me ha comentado que en otra ocasión le propusieron participar en un reportaje de una hora sobre la cirugía. Contando con la participación de otros invitados y con imágenes que ilustraban el tema, calculó que sólo tendría cuatro minutos para hablar: “yo no me expongo a tener que dar explicaciones a mi familia, a mis compañeros de trabajo y a mis amigos por sólo cuatro minutos de reportaje”.
En torno a esto a veces se me ocurre que algunas reglas que quieren hacer del periodismo algo riguroso, como siempre acudir a la primera fuente (la víctima) y dar nombres e historias reales, a veces se convierte en una especie de mandamiento tiránico.
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