La recuperación personal va antes que la integración sociolaboral
La ONGD Solidarios para el Desarrollo celebró su último seminario del curso dedicado al programa con personas sin hogar, que trató de la reinserción sociolaboral. "Yo no sé nada de reinserción sociolaboral". Es lo que afirmó Santos Malagón, el ponente del seminario "Procesos de Reinserción Socio-Laboral", para comenzar la charla con una sorpresa. El director de la Asociación Realidades se rebela contra este concepto, puesto que para él prima la recuperación personal antes que la obtención de un empleo. Además, prefiere utilizar el término integración al de inserción, lo cual implica que son tanto el individuo como el sistema los que deben esforzarse en el empeño: "Cuando hablas de inserción, es como si el sistema funcionara perfectamente y hubiera que colocar las piezas que se han salido".
Santos Malagón piensa que a veces se busca la inserción sólo "por dar productividad y convertir en consumidores" a las personas excluidas. En el seminario, este trabajador social dedicó tiempo a reflexionar sobre los valores sociales con respecto a la consideración del trabajo: "para unos es una liberación, para otros un castigo, la incorporación a un mercado, un derecho". Mientras que el no poseerlo también se enjuicia de formas muy diferentes: a veces se ve como un signo de vagancia, de romanticismo, de impotencia o de lujo. "La clave es no perseguir el empleo únicamente" Y es que el trabajo es tan significativo en la naturaleza humana que conforma nuestra identidad: "nos presentamos diciendo lo que hacemos, yo soy trabajador social". Malagón lanzó continuamente interrogantes para suscitar el debate: "¿dejaría de ser quien soy si no fuera trabajador social?". Con esto quiso quitarle hierro a la obsesión social por obtener un empleo. "Vivimos en un modelo económico, la convivencia y las relaciones son económicas. En todo acabas preguntándote cuánto cuesta cada gesto -y sentenció:-. El precio ya no tiene nada que ver con el valor de las cosas". El ponente dejó para el final la reflexión sobre por qué trabajan las personas. Cuando no encuentran una motivación, el trabajo se ve como una carga demasiado pesada y se rechaza. Además, "a veces no trabajamos sólo por nosotros, sino por la familia y los amigos: esta motivación es algo de lo que también carecen las personas que viven en la calle". En el fondo, aunque lo más visible sea la falta de techo por culpa de la falta de trabajo, las personas sin hogar no sólo necesitan un empleo: "la clave en el sistema de trabajo que realizamos no es la fase laboral, sino una primera fase de recuperación personal". Esa recuperación implica conseguir unas condiciones físicas y psíquicas mínimas, una estabilidad material y personal, superar experiencias traumáticas del pasado, volver a conseguir enfrentarse a responsabilidades y enfrentarse a las adicciones y enfermedades que hayan surgido durante su estancia en la calle. Y esas son muchas tareas anteriores a conseguir un empleo para que, antes que trabajador, la persona sin hogar sea persona. Dos anécdotas Santos Malagón aportó dos anécdotas reales sobre cómo influye la obsesión social por el empleo en las personas sin hogar. Según él, una persona se interesó por uno de los llamados sin techo hasta el punto de que se comprometió completamente para ayudarle: "le organizaba toda su vida para encontrarle trabajo y, claro, esta persona no quería defraudar a su bienhechor". Sin embargo, no fue capaz de lograr el éxito. Un joven pedía en la puerta de una iglesia y las señoras le preguntaban qué necesitaba. "Un trabajo", contestó él a la primera con lo políticamente correcto, "no me sale nada". Inmediatamente le buscaron ofertas y él también fue incapaz de salir del paso. "Al final se acabó ganando la imagen de vago, cuando quizás si las señoras le hubieran escuchado más habrían descubierto traumas que le impiden volver a trabajar tan fácilmente". Consejos a los voluntarios "Lo primero no son las técnicas, los procesos o los métodos. Lo primero es la actitud", aseguró Malagón. Entre otras ideas, citó las siguientes: Escucha atenta. Evitar demasiados juicios sobre la persona. Llegar a definir qué une al voluntario con la persona sin hogar y qué objetivos tienen. No actuar nunca desde la urgencia. No convertir el voluntariado un asunto personal. Compartir con el resto de voluntarios las ansiedades que produzca el trabajo. No ponerse como ejemplo. Manejar la afectividad.
ONGD Solidarios para el desarrollo. www.websolidarios.org
dedicada entre otras cosas a la gestión del REMI./OFB
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