Los lunes al sol, las noches a la intemperie 1
Con la excusa de ofrecerles un poco de café caliente y un bocadillo, unos 200 voluntarios recorren las calles de Madrid
Los llamados "sin techo" hasta ahora no han sido un fenómeno cuantitativamente importante, pero hoy el conflicto empieza a ser crítico. Han aparecido grupos de inmigrantes, a veces familias enteras, personas cada vez más jóvenes, mujeres y drogodependientes. Esta variedad de perfiles es tremendamente visible a poco que nos acerquemos a ellos.
Henry D. es de Ecuador y tiene 29 años. Lleva año y medio en España. Mientras se acaba la leche con galletas no deja de hablar de sus proyectos. Quiere aprender francés, viajar a Australia y a París. Piensa que su futuro profesional está en la cocina y por eso está asistiendo a un curso subvencionado. Quizás en breve viaje a Huelva a recoger la fresa.
Henry mira al vacío. Está sentado sobre una de las tablas desnudas que hacen de literas. Otra de las tablas, todas semejantes a estanterías, le ha servido como altar para dar misa al padre Enrique, el encargado del local.
Es otra noche más en el alojamiento para personas sin hogar Don de María. Algo más de 100 personas se hacinan en un viejo edificio de dos plantas cedido por el Ayuntamiento de Madrid. La capacidad máxima es de 80 personas, según la documentación de los recursos sociales. Pero a todas luces esta cifra es excesiva.
Henry comenta que gracias a esta masificación no hace falta calefacción; y añade: "tenemos calor humano: incluso es necesario abrir las ventanas para no asfixiarse". Hay gente echada en el pasillo, bajo los bancos, en los escalones e, incluso, hay alguien en el marco de la puerta, de modo que para entrar o salir se ha de saltar su cuerpo e ir tanteando con los pies para no pisar a ningún otro.
Los lunes al sol, las noches a la intemperie 2
1 Comentarios:
Esta serie e sun trabajo bellísimo. Y felicidades por el apoyo fotográfico, a veces sin verlo cuesta creerlo bien. Los "sin techo"... sería algo muy útil para mi familia por allá que al venir no hacen más que negar los problemas de Europa y se encargan de quejarse de todo lo que aquí ven. Muy hermoso para verlos luego a la cara y decirles "eh, somos los mismos".
Más allá de la justicia intrafamiliar, la calidad periodística de este reportaje (con aristas literarias) es muy buena.
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