Querido diario punto com 3
de ahí que muchas de las imágenes que
contienen sean autorretratos de sus autores. / STEE.
El lado literario
Fernando Alonso, escritor de su propia bitácora bajo el pseudónimo de Óscar Maif, señala que el éxito de las bitácoras radica en que “son totalmente democráticas: cualquiera puede, sin grandes conocimientos de informática, acceder a ellas.” Fernando sostiene que hay verdadera literatura por descubrir entre los diarios que se publican en la Red, sin embargo añade: “No creo que esto cambie la Literatura. Por un lado está el mundo comercial de la edición y por otro estos autores.”
José Luis Rozas, profesor de Literatura en la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid, cree que la Literatura en Internet es un mundo aparte. Lo primero que se pregunta es si las bitácoras se pueden considerar diarios: “mientras tú escribes, otros están leyendo. Eso puede hacer que haya interactividad. Ahí la condición básica del diario, la privacidad, se rompe”.
Para este profesor la Literatura electrónica debe suponer un replanteamiento del concepto mismo de Literatura: “a mis alumnos a veces les digo que no quiero que consulten para determinados trabajos Internet. Quiero que acudan a los libros. Se trata de ir a las bibliotecas para luego ser capaces de entrar en Internet y discriminar lo que realmente merece la pena de lo que no”.
Rozas se pregunta hasta qué punto los géneros clásicos se alteran en el momento en que Internet ofrece interactividad, inmediatez, el añadido de imágenes, música y vídeos. Rozas se muestra cauteloso. Cree que hace falta los profesores afronten los nuevos formatos con cuidado, pero que es necesario que se proporcionen ya conocimientos para desafiar al marasmo de la red.
Mientras el mundo real permanece aún desinformado del fenómeno de las bitácoras, en el mundo virtual ya hay comunicólogos apoyándose en ellas para dar sus clases como el argentino Alejandro Piscitelli. O incluso hay quien intenta trazar un mapa de todas las bitácoras españolas (la blogosfera), como es el caso Álvaro Ibáñez, “Alvy”. Además ya se han creado premios como los “Bloggie Awards”, en los que los mismos lectores votan.
Los escritores de las bitácoras a veces forman comunidades de amigos que se visitan y comentan los mensajes mutuamente. Pero a veces se puede llegar a las bitácoras más pasmosas (y a la vez inverosímiles), como la de Claudia-P, una chica de diecisiete años que se escapa de casa para conocer a su padre. Fernando Alonso también tiene una anécdota que sorprende: “al navegar por la red estuve leyendo bastante tiempo una bitácora. Al final descubrí que era de mi hermano Daniel: él también tiene una bitácora y yo no lo sabía”.
periódicos. Me fío más de lo que comentan
algunos escritores de bitácoras que leo
habitualmente. Las bitácoras no están mediatizadas”.
Las bitácoras están estimulando a muchos ciudadanos de a pie a escribir. José Luis Rozas, profesor de Literatura, opina que se debe a que los autores obtienen lectores de inmediato. Para él esa es la ventaja y el inconveniente de Internet. La obra del autor es recibida enseguida y éste no siente frustrado como los que tienen que guardarla en el cajón. Pero Rozas cree que “no se escribe para que uno sea leído. El que escribe no está pensando en el público, sino en lo que está haciendo. Luego tiene que leerlo el público porque lo que se queda en el cajón no es Literatura”.
Rozas señala que el riesgo es comprender la Literatura como algo parecido a una carta o una conversación: “yo creo que uno tiene que escribir sin pensar en el público. Los que piensan en el público hacen estudios de mercado para saber lo que gusta y lo que no. Entonces repetimos moldes si les ha gustado, por ejemplo, una novela policíaca o una de aventuras”.
soporte para la difusión de obras, un lugar donde
practicar el juego creativo u organizar talleres de
creación y también ya está utilizándose para que
el escritor esté más cerca de su público.
Fernando Alonso cruza las piernas y golpea su rodilla con dos dedos. Asegura que la mayoría de sus lectores suelen hacerle comentarios amables. Él empezó a escribir su diario personal en papel en 1987, luego lo volcó al formato digital: “el diario me sirve como memoria. Si no fuera porque anoto lo que me ocurre no recordaría casi nada de mi pasado”.
Fernando afirma que en algunos aspectos la red supera al formato impreso: “yo he dejado de leer las críticas literarias o de cine de los periódicos. Suelen escribirse por dinero. Me fío más de lo que comentan algunos escritores de bitácoras que leo habitualmente. Las bitácoras no están mediatizadas”.
José Luis Rozas explica que la escritura es un acto de constante modificación y que es muy difícil que en Internet, donde uno escribe diariamente y hay lectores que intervienen, se pueda trabajar el texto lo suficiente. Aunque sí cree que existe buena Literatura en la red, declara: “me temo que puede haber una minusvaloración de la calidad del texto. El diario tiene que trascender lo cotidiano. Además un diario no es algo acelerado, exige temporalidad”.
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