Arde la torre Windsor

Como ocurrió la última vez, el chico de un Kebap de Fuencarral ha bajado el volumen de la música y ha subido el del televisor. En la pantalla, imágenes que a todos nos traen recuerdos.
A la vuelta de la salida, sirenas y muchísimos curiosos -como si fuera una manifestación- rodeando el edificio y tomando fotos del espectáculo. La verdad es que es alucinante.
Aunque al parece al final el edificio estaba vacío porque estaba en proceso de remodelación, mis amigos han empezado a comentar posibles historias que se podrían romper con este incendio. Por ejemplo, todo el trabajo de mucha gente almacenado en ordenadores o la cantidad de dinero que habrá perdido la compañía de seguros.
En fin, el edificio estaba vacío, pero puedes inventar otras historias como que el lunes no volverá a trabajar alguien que odiaba a su jefe o la secretaria ya no podrá preguntarle el nombre al nuevo mensajero, ese de sonrisa ancha que parecía el amor de su vida.
Si no hubiera estado vacío el rascacielos, puede que alguno de los empleados se dejara algo de valor sentimental dentro. El muñeco o el dibujo de una hija (que se llama Olimpia, por cierto), el libro regalo de una amante clandestina y elegante, los guantes de la abuelita tejidos con tanto esfuerzo ¡a esa edad! Seguro que podría haber ardido el currículo de dos becarios que tenían ilusión en ascender, tener por fin un puesto fijo, y ahora no parecía tan lejano, pero... En fin, podrían haberse cambiado muchas historias, pero al parecer el edificio estaba vacío.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Regresar