Entre tiempos
Manu hablaba de la cantidad de famosos que ha conocido y de las ofertas que tiene. Laurita se acordaba de la buena gente con la que había trabajado. Sara hacía lo suyo, la radio, y me contó la vez que le mandaron mucho curro, ni siquiera le explicaron cómo usar un programa y lo acabó llorando. Nani habla ahora como una experta en televisión y Almu tiene una columna en una revista. Pero hoy estábamos todos de vuelta en la cafetería.
Se me ocurrió que las prácticas del último verano han parecido distintas a las del año pasado. Como si ahora hubiese descubierto que antes parecían un pequeño juguete y ahora han sido para cada uno como leer un libro de ficción de tu vida. Es como tener la oportunidad durante unos meses de probar “cómo sería tu vida si trabajases aquí”. Y la verdad es que es extraño, o eso pensaba, pero da igual porque hoy estábamos todos de vuelta en la cafetería. Saboreando esa novela, deseándola para nosotros y mirando al último curso de la universidad como si nos clavaran una sala de espera.
Estamos de vuelta, pero ya no estamos ni aquí ni en la novela, sino en una especie de cafetería que hay entre un instante y el que le sigue.
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