Mover lectores con la crítica
El otro día descubrí que habían subido mucho las visitas a la bitácora. La mayoría provenían del blog de Borjamari. El autor o autora, muy leído, dedica en portada una crítica a la página.
Una verdadera pena que la admirable idea de fondo que pretende transmitir esta bitácora, acabe difuminada por la idolatría de su autora, elevada a sí misma, a las más altas cimas de una numantina autosatisfación en la que se recrea una y otra vez. De todas formas, explicar un proyecto, convertirlo en otro igual pero mejorado y sacar una tercera versión, todo ello en un mismo post y contando cada uno con todo lujo de detalles una, otra y otra vez, no deja de tener su curioso puntito burocrático.
El asunto me sirve para comentar algo bastante común en la comunicación: la polémica como generadora de público. Cuando acusaron a Ana Rosa Quintana de plagio y de utilizar un “negro” para publicar su libro, las ventas del ejemplar al parecer se dispararon. A veces basta con censurar algo para que todo el mundo lo lea o consuma.
Me parece bastante interesante este gusto que todos tenemos por lo negativo porque cultivándolo se fomenta la lectura y la curiosidad. Pero cuidado, ¿no? Supongo que también tiene que respetar ciertos límites. Por ejemplo, hay quien omite criticar ciertos temas solamente por no darles mayor publicidad: ¿hasta qué punto se puede omitir o dar publicidad?
Otro aspecto interesante es cuidarse de equilibrar la balanza. No todo son quejas, que pa’ eso ya están los abuelitos con sus artrosis: hay que dar cierto espacio a las quejas que adjuntan proposición constructiva y a los elogios.
Insisto. No sé si decir que opinar es más difícil que informar, pero al menos es importante subrayar que es muy arriesgado. Cuidado con dar publicidad, con omitir o con destruir a los demás a la ligera.
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