Somos los únicos
En el acto de una organización cualquiera me llamó la atención ayer escuchar repetidamente la expresión “somos los únicos”.
- Somos los únicos con presencia en esta zona.
- En ayuda individualizada en esta región somos los únicos.
- Somos los únicos que nos hemos atrevido con una campaña de estas características.
Probablemente sea la expresión de un sentimiento de orgullo al haber alcanzado ciertos objetivos y, encima, en exclusiva. Pero también suena a cierta competitividad entre las organizaciones.
Según Víctor Martí, en “La Red es de todos”*, la competitividad entre organizaciones puede entrañar el riesgo de dividir los movimientos solidarios:
La fragmentación social se consigue también a través de las subvenciones con las que las administraciones públicas financian los proyectos de numerosas organizaciones sociales. En la lucha por la subvención, entran en competencia unas organizaciones con otras, impidiéndose de este modo el establecimiento de alianzas y la construcción de redes.
Ya no sólo por la confrontación que supone ese nivel de competencia, ese “somos los únicos” suena absurdo en otro sentido. ¿Cómo puedes enorgullecerte de ser el único que ayuda en cierto aspecto? En esto no podemos ser los únicos, en “esto” somos todos.
*Por cierto, un libro que seguramente citaré como el cura a la Biblia.
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