Oficio y escuela en la naturaleza
Veinticuatro jóvenes se forman en la escuela taller Jara y Lodón II de Torrelodones
Torrelodones posee todos los elementos de esta suma y por eso existe Jara y Lodón II, una escuela taller para jardineros y guardias forestales.
Si sumamos veinticuatro jóvenes, un patrimonio necesitado de cuidados y maestros de oficios en riesgo de desaparición, ¿qué tenemos? Fácil: el resultado de la operación nos da una escuela taller.
Subiendo la Avenida de La Dehesa, a la altura de la plaza José María Unceta, se esconde la pequeña casa de madera que alberga este centro mixto de formación y de profesión. El centro está rodeado por encinas y mantiene en sus dominios un pequeño vivero y un huerto. Las aulas también invitan a quedarse: con muros de madera decorados con murales medioambientales, escritorios cómodos, buena temperatura e iluminación y bastante material.
"Quiero estar aquí todo el curso", dice Hussein, alumno de forestales, con total convicción. En un ambiente así no extraña que los alumnos se sientan satisfechos. Hussein tiene 17 años y muestra orgulloso las instalaciones: "ahora acabamos de aprender unos nombres de zoología en latín". Tras las clases teóricas llegan las prácticas: "de momento -cuenta este alumno- lo que hacemos es sólo plantar, desbrozar y quitar jaras. Estamos empezando".
para los alumnos, para los docentes
y para el entorno donde se desarrollan.
Pero, ¿quién ha dicho que los inicios son fáciles? Beatriz Virumbrales, directora del centro, lo comenta así: "Los alumnos vienen aquí y no saben nada. Sólo han visto las macetas de sus madres, pero luego acaban criticándoles por la tierra que les ponen a los geranios". Beatriz sonríe convencida: "la verdad es que los padres observan bastantes avances”.
El orgullo por los adelantos que hacen los alumnos lo comparten todos responsables del centro con satisfacción: "lo que se siente no se puede expresar, estoy orgullosa de todos”, suspira Concha Arbeteta, a quien Beatriz llama “la magia”, aunque oficialmente es la administrativa. La directora añade: “hemos tenido relativa suerte y hemos conseguido que muchos tengan trabajo y que otros se reintegren a los estudios”.
Las Escuelas Taller y las Casas de Oficios son centros de trabajo y formación en los que jóvenes desempleados reciben formación profesional ocupacional alternándola con la práctica profesional real. Su lema no puede ser más acertado: "aprender trabajando y trabajar aprendiendo". Según el INEM, el Instituto Nacional de Empleo, el objetivo es que "a su término se esté capacitado para el desempeño adecuado del oficio aprendido y sea más fácil su acceso al mundo del trabajo".
Jara y Lodón va ya por su segunda edición y está financiado por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Torrelodones y el Fondo Social Europeo. Pero, según datos del INEM de 2001, en Madrid hay además 102 proyectos con 4.026 alumnos y en toda España en total existen 762 proyectos y 33.710 alumnos participan en ellos.
Todos estos proyectos generan beneficios para tres partes. Al entorno en que se desarrollan le proporcionan (dependiendo del taller) servicios de recuperación de espacios, actividades con desfavorecidos, integración de los jóvenes en el entorno social, etc. Al personal de los centros les ofrece un trabajo atractivo destinado jóvenes y a recuperar entornos y una formación adicional de pedagogía. Los alumnos realizan una especialidad de la formación profesional y se forman para alcanzar el nivel de la educación básica, adquieren una experiencia laboral y, además, reciben formación sobre prevención de riesgos laborales.
a oler las flores. El olfato también es una parte
de su sensibilidad que les estás abriendo”.
“Intentamos que sea lo más completo porque la suya es una etapa muy difícil, aquí están todos muy despistados”, explica la directora de Jara y Lodón II, “además los módulos son atractivos. Por ejemplo, la jardinería es muy gratificante porque observas cómo crece la planta. Al principio no ven cómo sería y luego contemplan orgullos los resultados”.
Según los datos del INEM, el crecimiento de las plantas no son los únicos resultados que las escuelas taller obtienen. En Madrid son reinsertados el 83% de los alumnos de escuelas taller y casas de oficio. La media nacional es de un 79% de éxito. La directora de Jara y Lodón no puede ocultar su satisfacción: "me siento muy orgullosa de ellos. Uno de los que empezó más pequeños, muy rebelde pero con mucha inteligencia y potencialidad, empezó trabajando en un ayuntamiento y está ahora de encargado de una empresa. Y eso siempre sorprende cuando piensas que acabó sólo hace un año”.
han construido los propios alumnos. / OFB.
“Yo todavía no he decidido qué quiero hacer cuando acabe -confiesa Hussein, alumno de forestales-, lo iré pensando con tranquilidad. Además, de momento tengo que aprender más español”.
Pero toda esa variedad de cursos que ofrecen, todos estos datos de evaluación y la incertidumbre ante el futuro profesional, en el fondo, no es lo más les importa a los docentes de Jara y Lodón: "nosotros queremos que cuando salgan de aquí sean personas de bien, buena gente”, explica Beatriz, "aquí no tenemos requisitos formativos, sólo exigimos una actitud que a veces ellos no tienen: que sean capaces de convivir”.
Y es que, como apunta esta docente, hay detalles de la vida que a veces no se valoran y que en un centro así, tan conectado con la naturaleza, tienen la posibilidad de mostrar: "aunque parezca una cursilada, también les enseñamos a oler las flores. El olfato también es una parte de su sensibilidad que les estás abriendo”.
Los alumnos la aprecian, la naturaleza responde: oficio y escuela en un paraje como Torrelodones.
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