Cuidado con el vocabulario
Me ha llamado la atención una noticia que publica El País hoy. Me refiero al de papel, no estoy suscrita a la versión digital. La nota se titula "Aburridos de que no nos hagan caso", de Juan G. Bedoya.
Trata de lo hartos que están los dirigentes musulmanes españoles del trato que les dirige el Estado. Cuenta que ni reciben financiación pública (como la que beneficia a la Iglesia católica) y que tampoco se cumple su derecho a tener profesores de islamismo en la escuela pública.
Los hipócritas que no vean injusticia en esto podrían empezar a imaginar el caldo de cultivo que se puede generar a partir de marginar y convertir en gueto a esta (y cualquier) población.
La nota también me interesa desde la mirada del periodista. Cito textualmente: "Otro punto de desolación es el empeño de adjudicar al 'terrorismo islámico' el derrumbe de las Torres Gemelas o los terribles atentados de Madrid. 'Es una barbaridad tan enorme como calificar los atentados de ETA de terrorismo católico".
Creo que lo correcto sería terrorismo a secas. Aunque, ¿sería válido terrorismo fundamentalista?, ¿hay algún terrorismo que no sea fundamentalista? Supongo que la cuestión es intentar diferenciar el terrorismo de ETA o el terrorismo de Bush, por ejemplo, del terrorismo de Al-Qaeda. Quizás lo propio es eso: no relacionarlo con un territorio ni con una religión ni con una ideología política, sino indicar el autor.
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