Dignificar la profesión
No sólo por la situación laboral de los profesionales, sino también por la misma opinión del público -muchas veces despectiva- se percibe que el Periodismo sufre una gran crisis. Y esto ocurre a pesar de que la moda ahora sean los medios de comunicación, sobre todo la televisión y la red, en los que los periodistas tienen un papel fundamental.
Salvo las excepciones de los periodistas míticos y los corresponsales de guerra, el Periodismo es una profesión completamente desprestigiada y continuamente criticada. Esto repercute en la sensación pesimista y decadente de los profesionales que intentan cambiar esa visión.
Se trata de una paradoja: es una de las profesiones más solicitadas por los alumnos que quieren acceder a la enseñanza universitaria, es motivo de auténtica admiración y tiene un papel esencial en el ocio de la mayoría de la población; y sin embargo no se duda en rechazar día a día la labor periodística e incluso albergarle un auténtico pánico.
Causas.
- El mal periodismo, evidentemente.
- La generalización. Cuando se conoce un lado pésimo del Periodismo se tiende a pensar que todo lo demás es así. Igual que con los políticos, a veces nos convertirnos en un saco de arena de boxeo con el que las personas se desahogan. Es lo que conlleva profesiones que se realizan tan de cara al público.
- Una profesora señalaba la que probablemente fue la gota que colmó el vaso: la utilización y el abuso de las cámaras ocultas por profesionales que sólo entienden el Periodismo como el robarle a los demás los trapos sucios, dejar a las personas en mal lugar y crear espectáculo.
- Añado a esta causa una impresión también bastante generalizada: la de que el hacer periodismo es fácil. Sin reflexionar mucho puede parecer que el Periodismo se reduce a estar en el momento oportuno contando lo que se ve, cuando para informar de algo se necesita conocer sus probables causas, buscar fuentes fiables, relacionarlo todo y tratar de prever qué consecuencias pueda acarrear, etc. Y cada una de estas tareas conlleva mucho trabajo del que no se suele conocer nada porque en el Periodismo una de las máximas que se imponen es: "al lector no le importa cuánto te haya costado contarle la información", ya que es tu obligación hacerlo.
Efectos.
- Entre otras cosas, se nos considera unos entrometidos. No he contado las veces que me han llamado cotilla a pesar de llevar sólo dos años estudiando la carrera. Y, curiosamente, no me lo han llamado en el momento de ejercer la profesión, sino sólo en una sencilla conversación sobre ella.
- Proliferación de los gabinetes de prensa. Un gabinete de prensa es un departamento de una empresa o institución que se dedica a atender a los periodistas que quieren informarse sobre esa empresa o institución. También generan noticias que envían a los medios en forma de comunicados de prensa. Probablemente se crearan, tengo que informarme sobre esto, porque hay empresas e instituciones que constantemente tienen que recibir a periodistas. Pero también da la impresión de que se crean como una especie de abogados-filtro (casi policías) que te defienden de los medios, pues los periodistas del gabinete se suponen que saben qué información proporcionar o no. En fin, los gabinetes parecen una epidemia.
Hace poco un compañero que se proponía hacer un reportaje sobre una kasa okupa tuvo que hablar ¡con el gabinete de prensa de la kasa okupa! en lugar de poder entrevistar directamente a las personas que allí vivían. Aunque la mayoría de las veces los gabinetes de prensa suelen ser muy útiles porque, al ser periodistas como tú, saben la información que buscas y te la facilitan rápidamente, soy de la opinión de que no deberían extenderse tanto.
Estoy en contra de la existencia y el incremento de portavoces, de personas que representan a los verdaderos protagonistas... ¿Llegará el momento en que los periodistas tengan representantes que hablen con los representantes de los representantes de los protagonistas de las noticias?
- Pánico a aparecer en la prensa. Aunque a muchas personas les ilusiona aparecer en los medios de comunicación, también son un gran número las que se niegan a opinar como ciudadanos. El miedo se percibe aún más cuando necesitas una información, que muchas veces no puede considerarse polémica o no va a ser utilizada en ese sentido, y sin embargo los declarantes se niegan a informar y te mandan al jefe.
No recuerdo exactamente la anécdota, pero una compañera -que elaboraba un reportaje sobre la campaña de tráfico en Semana Santa- tenía que preguntar algo así como cuántos semáforos hay en Alcalá de Henares y una empleada de tráfico dio la información off the record (que significa que la periodista no puede decir quién le ha informado). Supongo que pensaría que la oposición iba a tomar el argumento del número de semáforos de la ciudad para destapar la corrupción del gobierno de turno.
A otra compañera -con un reportaje sobre las organizaciones de homosexuales- le exigieron una autorización para pedir información sobre las actividades de una de estas organizaciones. Puede entenderse en casos de menores, de personas marginadas o víctimas de cualquier crimen, pero estos casos demuestran un excesivo pánico a la prensa.
Ejemplos de este pánico hay muchos y algunos realmente extravagantes. Una compañera me contaba que una directora o subdirectora o lo que fuera de un centro de la UNED se negó a que apareciera su nombre en un reportaje sobre la educación a distancia y, encima, exigió que en lugar de directora se le citara como director. Algunas de estas cosas te hacen sospechar que acaso no sea un pánico injustificado, sino que pueda existir algún temor real por algo que aún no conocemos.
- Poca transparencia. Cualquier ciudadano, no sólo el periodista, debería poder conocer qué hacen los gobernadores que ha elegido en las urnas. Debería tener acceso a datos e informes fácilmente. Y sin embargo incluso los periodistas nos vemos en un aprieto muchas veces para conseguir algún dato. Y a veces ni siquiera existe, como por ejemplo me ocurrió a mí misma cuando intenté documentarme sobre la población sin hogar en España. El gobierno no dispone de ningún dato, es Cáritas quien realiza los estudios que utilicé. La transparencia seguramente será motivo de una nueva entrada próximamente.
- Pudor del profesional. Ante estos y muchos otros hechos, el profesional se empieza a ver como inferior a los demás. Como si mendigara información, cuando realmente debe ser un igual y debe proporcionársele la mayor cantidad de información de que se disponga. Una consecuencia de esto es que existan temas que no se van a afrontar nunca porque se piensa que nunca se obtendrá información sobre ellos. Se trata de una censura bastante extraña: como es algo difícil que nunca alcanzaremos, nunca contaremos nada sobre eso y nunca habrá noticias sobre ello... luego no existirá. Quizás un buen ejemplo de estos temas serían unas investigaciones sobre el Opus Dei o sobre la corrupción que existe en facultades como la de Ciencias de la Comunicación de la Complutense.
Objetivos.
- La responsabilidad del lector. Casi es para crear una ONG, porque la situación es a veces bastante grave: necesitamos concienciar de lo necesaria que es la información y de lo importante que es que, aunque existan críticas -lo cual me parece muy positivo-, se continúe acudiendo a los medios y exigiendo buena información. Urge convencernos de que no se puede dar la espalda a todo el periodismo y seguir tomando parte en esa campaña de desprestigio común que realizamos en las conversaciones del día a día.
- Y, por supuesto, la responsabilidad del periodista. Debemos continuar exigiéndonos y reflexionando sobre lo que hacemos. A pesar de todo creo que es una de las profesiones que más se mira a sí misma. Creo que nos ayudaría mucho una campaña para "lavarnos la cara" que consistiera en "cocinar delante del público". Igual que en los restaurantes en los que se puede ver cómo se prepara lo que luego comeremos, el periodismo debería abrirse más y dar a conocer todas esas dificultades para que no se continúe creyendo que es una profesión facilona.
Quizás debería existir una sección en los todos los medios que se dedicara a criticar las actuaciones y a informar al público sobre el periodismo. Se mide también el desarrollo de un país en función de lo que les cueste a los periodistas ejercer su labor.
Otra forma de que la población reflexionase sobre la información sería crear una asignatura de Actualidad en la educación. (Véase la entrada "Una nueva asignatura".)
También está claro que no podemos permitirnos ningún pudor ni sentimiento de inferioridad, la actitud debe ser de curiosidad, valentía y, quizás suene algo religioso, buena voluntad (lo digo en el sentido de no ir de primeras a intentar destruir empresas o destituir ministros).
Seguramente seguiré completando esta entrada a lo largo de toda mi vida. Me gustaría que si tuvieses anécdotas sobre esto (o alguna idea para añadir) me las hagáis llegar.
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